Después de tantos quinquenios y decenios grises, cinco años de reseñas culturales parecen una invención tan ilusoria como el arte. Pero no, hubo quinquenios azules, como una tarde del ISA, en los que la ilusión venció a la burocracia. Desde un esquife estravagario, Amilkar Feria Flores mira con su caleidoscopio hacia la isla cultural. He allí las costas de la creación libérrima, la geografía de una sociedad posible y culta, “la indispensable pluralidad a la que enrumba Cuba”. Como en una balada beethoviana, escuchemos estas notas fraternas, mientras nos abrazamos con ternura a la última tabla del naufragio.
Mario Ramírez