✍ Waldo Fernández Cuenca
Hasta la fecha existe una escasa bibliografía que recoja la historia del periodismo en la República. Entre los pocos libros a señalar que abarcan esta etapa se encuentra Dos siglos de periodismo en Cuba de Juan Marrero, dicha obra es un apretado recorrido por la rica historia del periodismo cubano desde el siglo XIX hasta el período revolucionario, pero Marrero omite uno de los mayores logros de la clase periodística cubana en toda su historia: el surgimiento de la Escuela Profesional de Periodismo “Manuel Márquez Sterling”, un verdadero orgullo de Cuba y que merece rescatarse en estas páginas.
Habría que señalar que la década del ‘40 del pasado siglo marcó, a mi juicio, la mayoría de edad del periodismo cubano. Fue en ese período cuando se celebraron tres Congresos Nacionales de Periodistas, se creó el Colegio Nacional y los distintos Colegios Provinciales y se acordó en el primer Congreso la creación de una Escuela de Periodismo con el objetivo de profesionalizar un oficio de muy vieja práctica en nuestro país.
La gestación de esa insigne escuela tuvo el más firme apoyo del gobierno de Fulgencio Batista y se debió a los desvelos de varias personalidades de la época como Lisandro Otero Masdeu, presidente de la Asociación de Repórters de la Habana entre 1941-43 y máximo artífice en la creación del Colegio Nacional de Periodistas, otras figuras como el ilustre periodista Ramón Vasconcelos, Ministro de Educación en ese entonces y el congresista Gustavo Gutiérrez, tuvieron una participación decisiva en la fundación del nuevo proyecto docente.
Surge así por el decreto 1441 del 21 de abril de 1942 la Escuela Profesional de Periodismo que recibiría el nombre del honorable periodista cubano Manuel Márquez Sterling e iniciaría su andadura con su primer curso en octubre de 1943. Se hacía realidad el anhelo de figuras como Manuel Sanguily y Joaquín Llerena quienes habían pedido en épocas anteriores la creación de una escuela de Periodismo y no pudieron ver materializada su petición. Era la cuarta escuela de ese tipo que surgía en América Latina detrás de otras creadas en México, Brasil y Argentina. Mas no fue la única que existió en Cuba antes de 1959, en la década del 50 se crearon Escuelas de Periodismo en Santiago de Cuba, en la antigua provincia de Las Villas y Matanzas, las cuales fueron cerradas en 1960.
Aquella escuela, tan poco recordada hoy, estaba adscrita al Ministerio de Educación y era totalmente gratuita, el alumno sólo debía pagar para matricularse la módica cifra de cinco pesos. Sin embargo, la convocatoria constaba sólo de 50 plazas y los aspirantes necesitaban una recomendación de una personalidad influyente de la sociedad para poder ingresar a la “Márquez Sterling”.
En sus inicios se estudiaban allí dos carreras: la de Periodista Profesional y la de Técnico-Gráfico con una duración de cuatro años cada una, en el curso 1952-53 se sumaría la carrera de Técnico en Dibujo Periodístico, destinada a formar dibujantes, caricaturistas, viñetistas y cartógrafos. La Escuela era regida por el Claustro de Profesores y recibía el asesoramiento de un patronato integrado por todas las instituciones periodísticas existentes en el país. Siempre estuvo ubicada en la calle G no. 258 y aunque a principios de los años ‘60 el Ministerio de Obras Públicas proyectó construir una edificación más amplia en la avenida 19 de mayo, lamentablemente esta edificación no se estrenó. El primer director de ese Centro fue Víctor Bilbao, director del periódico El País y profesor de Redacción del centro, le siguieron en orden cronológico Miguel Ángel Tamayo, Octavio de la Suareé, David Aizcorbe y Euclides Vázquez Candela1.
El programa de estudios de la “Márquez Sterling” tomaba como modelo el de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia de Nueva York, una de las primeras en surgir en América y de las mejores a nivel mundial, adaptado a las condiciones de la Isla. Uno de los grandes aciertos de aquella institución docente fue que los profesores que impartían clases eran producto de “serias y bien fiscalizadas oposiciones, prefiriendo la convocatoria para las oposiciones a periodistas de reconocida actuación”2. Ese método hizo posible que en sus aulas impartieran clases reconocidos periodistas vinculados a los más prestigiosos diarios del país como Francisco Ichaso, Ramón Vasconcelos, Juan Luis Martín, Raúl Maestri, Andrés Núñez Olano, Sergio Carbó, José Zacarías Tallet, entre muchos otros.
Ichaso es uno de los profesores más recordados por los alumnos. La periodista Marta Rojas, graduada en 1952 de esa Escuela, no vacila en calificar sus clases de Gramática y Literatura Española de “fabulosas” debido a su exquisita oratoria y excelente memoria, tan buenas eran sus conferencias que en muchas ocasiones se sumaban alumnos de otros años a escucharlas, otra alumna Graciella Hernández no olvida que “Ichaso ‘actuaba’ pues al hablar de poetas como García Lorca recitaba con ese acento español tan agradable que tenía”.
Igualmente inolvidables resultaban las conferencias de Historia del Periodismo y Arte de Ramón Vasconcelos, hombre de extraordinaria cultura, las de Historia de Cuba y Universal de José Zacarías Tallet por la revelación de pasajes desconocidos de muchas personalidades históricas, sus clases, calificadas como “Chismohistoria” “brindan sentido de novedad y movimiento a esta ciencia”3, en palabras de Blanca Nieves Tamayo una de las mejores alumnas que pasó por la “Márquez Sterling”.
Marta Rojas no olvida la asignatura de Organización y Práctica Periodística una de las más atractivas de la carrera y no contemplada en los programas de estudios actuales. El maestro titular era Bernardo Jiménez Perdomo, Jefe de la Sección de Deportes del diario Información y en ella “al alumno se le daban las armas teóricas y prácticas para ser Jefe de Información de un diario, se aprendía la forma, horarios y corrección de los materiales a publicar. Con esa asignatura y un poco de experiencia práctica podías llegar a ser director de una sección de un periódico”, apunta la escritora de El Harén de Oviedo. Otro estudiante de aquella escuela, José Gabriel Gumá, recuerda que esa asignatura te permitía valorar la calidad e interés de la noticia siempre en función del público al cual estuviese dirigido, ya que cada diario tenía en aquella época un público lector bien definido y el estudiante debía dominar los distintos lenguajes de acuerdo al perfil editorial del periódico.
El programa de estudios comprendía asignaturas inexistentes hoy en la carrera como Taquigrafía, Nociones del Derecho Internacional, Legislación Electoral, Derecho Constitucional, Legislación Periodística, Estadística e Idioma Francés. Graciella Hernández, periodista graduada de aquel plantel señala que una de las materias más difíciles era Tipografía y Estética Periodística, de corte eminentemente práctico e impartida por Miguel Ángel Tamayo, profesor muy recordado tanto por el rigor de sus clases como por el dominio de su asignatura, en ella debías aprender a confeccionar un periódico, dominar los puntajes en relación con el espacio del diario, todos los fundamentos del arte gráfico. Para el buen desarrollo de esa asignatura existía al fondo de la escuela una máquina de impresión pequeña y un linotipo donde los estudiantes aprendían a redactar artículos en un pequeño periodiquito de fin estrictamente docente. Tanto Organización Periodística como Tipografía se impartían en los cuatros años de la carrera.
Existió también una pequeña planta de radio de muy reducido alcance donde los propios estudiantes practicaban lo aprendido en Radioperiodismo y en sus radionoticieros experimentales más de una vez el alumnado fustigaba la medida de algún funcionario gubernamental que no fuera de su agrado4.
Como uno de los rincones predilectos de los alumnos califica Blanca Nieves Tamayo la biblioteca de aquella escuela, con más de 7000 volúmenes agrupados en 120 materias y bajo el cuidado de la poetisa María Villar Buceta, aquel espacio era un pequeño remanso de cultura para todos sus educandos. Su rico catálogo surgió del crédito inicial con que se fundó la Escuela y fue creciendo con las donaciones de los viejos periodistas y de las publicaciones recibidas de la Universidad de La Habana, las Academias de Historia y Artes y Letras, el Archivo Nacional y las distintas empresas periodísticas del país. Por expresa orden suya, la Escuela poseía buena parte de las obras del escritor y periodista Alberto Lamar Schweyer donadas por la madre y viuda de este intelectual. Los estudiantes podían sacar cualquier libro en calidad de préstamo.
Al evocar su época estudiantil Marta Rojas no escatima elogios para aquella desaparecida biblioteca al calificarla de “magnífica” y apunta que el prestigioso Lyceum del Vedado tenía un acuerdo para intercambiar libros con la Escuela, a esto se añade la constante preocupación de los profesores por mantener actualizado los fondos de aquella Institución docente. Quien conozca la biblioteca actual de la Facultad de Comunicación Social no puede dejar de preguntarse cuál fue el destino final de todos esos volúmenes, pues ninguno se encuentra en la reducida biblioteca de la calle G no. 506.
(Publicado originalmente en Palabra Nueva)
- En la reseña que existe sobre esa Escuela hecha por la Enciclopedia digital cubana Ecured presenta un pequeño error al señalar a José Z. Tallet como su último director en lugar de Euclides Vázquez. ↩︎
- Suareé, Octavio de la, “Escuela Profesional de Periodismo Manuel Márquez Sterling”, El Libro de Cuba (1902-1952), Publicaciones Unidas S. A., La Habana, 1954, p. 526. ↩︎
- Tamayo Amador, Blanca Nieves “La Escuela de Periodismo vista por sus alumnos (Un Reportaje introspectivo)”, Álbum del Cincuentenario de la Asociación de Repórters de la Habana, 1952. p. 414.
↩︎ - Ibídem p. 415.
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