✍ Alenmichel Aguiló
Nació un 26 de agosto de 1848 en Río Cañas Abajo, Mayagüez, Puerto Rico. Fue el soldado puertorriqueño de rango militar más alto en las fuerzas del Ejército Libertador. Su familia era dueña de cafetales y una de las más ricas de la zona. Recibió, en consecuencia, la mejor educación disponible hasta que en su adolescencia fue enviado a cursar el bachillerato a Barcelona, de donde era oriundo su padre.
Matriculó Derecho en Madrid, pero en el mundo de los imperios coloniales de los siglos XIX y XX era común que los nacidos en las colonias gozaran en las metrópolis de aquellas libertades de las que carecían en su lugar de nacimiento. Así que no era raro ver muchos movimientos separatistas fraguarse o, al menos, mantenerse activos en esa suerte de exilio imperial. En España, Rius Rivera conoció a varios independentistas puertorriqueños a los que muy pronto se vinculó, siguiendo los ideales de Ramón Emeterio Betances, el principal impulsor del movimiento separatista boricua.
Con solo 20 años es procesado junto a otros patriotas puertorriqueños por formar parte de la conspiración que dio lugar al fallido alzamiento conocido como Grito de Lares, del 23 de septiembre de 1868. A pesar de que fue indultado por el nuevo gobernador de la isla en enero del año siguiente, Rius Rivera ya estaba decidido a enfrentarse a España a como diera lugar. Por ese motivo decidió escapar a los Estados Unidos y presentarse con una carta de recomendación de Betances ante la Junta Revolucionaria cubana.
En Cuba había tenido lugar un alzamiento similar al de Puerto Rico apenas unos días después, el Grito de Yara, el 10 de octubre de 1868. Había sido planificado para un momento posterior, pero Carlos Manuel de Céspedes decidió adelantarlo, entre otros motivos, para aprovechar la simultaneidad con el Grito de Lares, de cuyo fracaso no se tenía noticia aún. La Junta Revolucionaria de los Estados Unidos tenía entre sus funciones organizar expediciones de apoyo a las fuerzas independentistas. En los inicios de 1870 llegó, en una de estas, Juan Rius Rivera a la costa norte del oriente de Cuba. Estuvo bajo el mando de Calixto García hasta que este cayó prisionero de los españoles. Siendo subordinado de otro García, Vicente, se opuso a la sedición que este encabezó en Lagunas de Varona. Llegó a ser el jefe militar de la zona de Holguín y terminó la guerra con el grado de coronel, junto a Antonio Maceo, a quien acompañó en su reunión con Arsenio Martínez Campos en Baraguá.
Marchó al exilio en Jamaica junto a Maceo y otros oficiales insurrectos, entre los que se encontraba José Lacret Morlot, quien sería delegado a la Constituyente de 1901 por la provincia de La Habana y de quien hicimos también una breve mención al hablar de Pedro Betancourt el 6 de agosto. El joven que con 21 años había llegado por primera vez a Cuba lleno de esperanzas, se veía obligado a abandonarla casi al cumplir los 30, con varias heridas en el cuerpo y sin un rumbo definido.
En el exilio le fue otorgado el grado de Brigadier y poco después decidió regresar a Cuba señalando que la había abandonado sin capitular y sin compromiso que limitara su libertad de acción. No pasó mucho tiempo sin que se viera involucrado en la conspiración de la Guerra Chiquita. Otra vez marchó fuera de la isla, esta vez aceptando una posición oficial al servicio de España en el gobierno de Filipinas.
En 1882 regresó a Barcelona, pero tampoco pasó mucho tiempo ahí. Finalmente se estableció en Honduras, donde había un grupo importante de antiguos compañeros de armas exiliados. Maceo era comandante militar de Tegucigalpa con el grado de General de División, Tomás Estrada Palma estaba casado con la hija de un expresidente hondureño que sería la futura primera dama de la República de Cuba. En el país centroamericano, Rius Rivera comenzó a reconstruir su vida azarosa. Inició un próspero negocio de comercio de productos tropicales con el puerto de Nueva Orleans y a sus 39 años contrajo matrimonio con Aurora Font y Fernández.
El inicio de la fase conspirativa de la guerra que acabaría estallando en 1895 en Cuba, encontró al puertorriqueño bien dispuesto tras recibir una carta personal de José Martí. Al llegar a Nueva York, a finales de 1895, se reunió con Tomás Estrada Palma que, tras la muerte de Martí, había quedado al frente del Partido Revolucionario Cubano (PRC). Rius estaría al mando de una expedición que intentaría desatar la guerra en Puerto Rico, organizada por una sección dedicada a la independencia de esa colonia y asociada al PRC.
Las condiciones en Puerto Rico, como comprobaría el propio Rius, no eran adecuadas para el estallido de una revolución. En junio de 1896 se ve obligado a dimitir de su encomienda por falta de apoyos en el interior de la isla. Su destino, necesariamente, será Cuba. Desembarca en el occidente del país unos meses más tarde y se pone a las órdenes de Maceo, pero este cae en combate el 7 de diciembre. El día 20, Rius es designado jefe de las fuerzas insurgentes en Pinar del Río.
Dura poco tiempo su jefatura. El 28 marzo de 1897 es gravemente herido en combate por tres disparos de fusil y estuvo a punto de ser rematado de no haberle sido revelada su identidad a los captores por otro oficial mambí. Estuvo prisionero en La Cabaña hasta diciembre de ese año y, según Félix Ojeda Reyes en su libro General Juan Rius Rivera, héroe militar de Cuba, poderoso banquero y empresario en Honduras, su caso se hizo internacionalmente célebre durante un tiempo.
El exilio cubano inició una campaña para evitar su condena a muerte, que llegó a ocupar portadas en la prensa estadounidense. Gonzalo de Quesada, otro futuro compañero en la Convención de 1901, movió sus influencias diplomáticas y sus contactos con embajadores norteamericanos en Europa para presionar al gobierno de Madrid.
Tras ser condenado a cadena perpetua, el fin de la guerra lo sorprendió en Ceuta. Su liberación fue gestionada por Estrada Palma tras el armisticio de agosto y eso le permitió llegar a Nueva York, procedente de Francia, el 12 de diciembre de 1898, dos días después de la firma del Tratado de París entre Estados Unidos y España, que ponía fin a la guerra entre ambos países.
Es fácil ver cómo se tejen las relaciones personales entre los principales actores de la época. También son evidentes los paralelismos entre sus vidas. Como Pedro Betancourt, Rius Rivera procedía de una familia acomodada, hacendados con intereses agrícolas importantes. Había recibido una educación esmerada que culminaría en Europa. Su formación académica, su cultura y su valor y prestigio como militar le habían permitido ascender de rango con consistencia hasta convertirse en uno de los jefes más importantes entre las fuerzas insurgentes.
No terminan ahí los paralelismos con su futuro compañero de Convención. Al iniciarse el gobierno militar estadounidense sobre la isla de Cuba en enero de 1899, las fuerzas ocupantes consideraron oportuno adjuntar a los mandos militares norteamericanos en cada territorio, un funcionario civil que representara al país. Así, en cada municipio se nombró un alcalde y en cada provincia un gobernador civil. El gobernador de la isla se rodeó de un gabinete con secretarios de despacho seleccionado de entre las gentes del país.
En cuatro de las seis provincias fueron designados como gobernadores civiles figuras procedentes del campo insurrecto, entre los que contamos a Pedro Betancourt en Matanzas. Poco después de su llegada a Cuba, Rius Rivera sería nombrado gobernador civil de la provincia de La Habana, dada la renuncia del anterior, convirtiéndose así en el quinto general mambí ocupante de una gobernación provincial.
El año de 1900 comenzó con un cambio en la cúpula del Gobierno Militar, cuando Leonard Wood sustituyó a John R. Brooke como gobernador de la isla. El gabinete cubano, siguiendo la tradición en estos casos, presentó su renuncia para dejar en libertad al nuevo gobernador de elegir su equipo de trabajo. Entre los designados por Wood para ocupar una secretaría de despacho, equivalente a un ministerio, estuvo Juan Rius Rivera, que había renunciado al gobierno de La Habana. El año de 1900 comenzó con un cambio en la cúpula del Gobierno Militar, cuando Leonard Wood sustituyó a John R. Brooke como gobernador de la isla. El gabinete cubano, siguiendo la tradición en estos casos, presentó su renuncia para dejar en libertad al nuevo gobernador de elegir su equipo de trabajo. Entre los designados por Wood para ocupar una secretaría de despacho, equivalente a un ministerio, estuvo Juan Rius Rivera, que había renunciado al gobierno de La Habana.
Tampoco completó un año entero como Secretario de Agricultura, Comercio e Industria. Experiencia no le faltaba en la materia, en tanto que había desarrollado con éxito su empresa comercial en Honduras, pero desavenencias políticas con Wood le hicieron escribir una carta pública en la que exigía una hoja de ruta con fechas determinadas para la creación de un gobierno independiente en Cuba.
El Gobierno Militar estaba planeando unas elecciones municipales que se celebrarían a mediados de 1900 y una Constituyente para finales del mismo año, pero no se había establecido hasta el momento ningún compromiso vinculante con el otorgamiento de la independencia al final del proceso. La crisis provocada en el gabinete se saldó con la renuncia de Rius Rivera en sus propios términos, no en los propuestos por Wood que buscaba evitar un escándalo.
Pocos meses después comenzaría la campaña para ocupar un escaño en la q. Rivera presentó su candidatura por el Partido Nacional Cubano en la provincia de Pinar del Río y fue electo sin problemas el 15 de septiembre de 1900.
De sus hechos en la Constituyente ya nos encargaremos en el podcast y terminaremos su nota biográfica cuando evoquemos la fecha de su muerte. Vale añadir que jugó un rol destacado en el gobierno de su amigo Tomás Estrada Palma. Fue miembro del llamado Gabinete de Combate que estuvo en el centro de la polémica electoral que llevó a la Guerrita de Agosto y una nueva intervención militar estadounidense en la isla.
No tendremos que esperar mucho, porque el 20 de septiembre estaremos hablando sobre su fallecimiento ocurrido en esa fecha de 1924 en Honduras. Sigan con nosotros.