José Gabriel Barrenechea, un escritor y una madre contra el abuso de la dictadura 

 

«Devuélvanme a mi hijo», dijo hace unos días Zoila Esther Chávez, de 85 años y tras recibir una transfusión de sangre, desde su humilde casa en el municipio villaclareño de Encrucijada. Su vida se debate entre la vida y la muerte, pero sólo piensa en el regreso de José Gabriel Barrenechea Chávez, el hijo que el régimen le arrebató el 8 de noviembre de 2024. Durante el apagón de aquella noche, José Gabriel salió a manifestarse como muchas otras personas en Encrucijada y resultó de los pocos que permanecen detenidos por ese acto, acusado del delito de sedición. 

«Participé en la noche del 7 de noviembre en Encrucijada, donde resido, en una manifestación espontánea, masiva y pacífica que no tuvo otra intención que reclamar la reposición de la corriente eléctrica, tras cuarenta y cinco horas sin ella y una semana en que llegamos a tenerla no más que durante diez o doce horas en total, entre cortos intervalos de dos o tres horas.Me limité en dicha manifestación a estar presente después de haber comenzado y, en todo caso, a ayudar a mantener el orden al evitar algún roce entre manifestantes y autoridades, de lo que ellos mismos, si no faltan a la verdad, podrán dar fe», cuenta el propio detenido en una carta desde la prisión La Pendiente, en la ciudad de Santa Clara. 

El escritor y periodista, de 53 años, ha sido colaborador de medios independientes como Árbol Invertido, 14ymedio y Cuba Encuentro y tiene varios libros publicados fuera del país, algunos de los cuales han sido censurados en la isla. Por su civismo ha sido víctima de la represión de la Seguridad del Estado. Desde 2019, además, tiene prohibida la salida del territorio nacional. 

«Es importante señalar que dicha manifestación se disolvió tan espontáneamente como comenzó al ser respuesta la corriente. También que ni yo ni los manifestantes reclamamos nada más que la vuelta a la normalidad de la corriente eléctrica y, en ningún momento, se pidió nada inconstitucional. En mi caso se me mantiene encerrado para callar a un crítico en sus análisis y publicaciones de la gestión del gobierno y de las posibilidades reales del sistema socio político cubano para sacar al país de la crisis en que se encuentra sumido», agregó el escritor en la misiva que publicó en las redes el pastor y activista Mario Félix Lleonart. 

Según Mario Félix, familiares y cercanos de José Gabriel que pudieron verlo en La Pendiente cuentan que el escritor está muy delgado y todavía no se ha repuesto de una huelga de hambre que llevó a cabo en los primeros días de prisión. 

Aunque Zoila se pregunta desde la convalecencia por qué su hijo está preso, el régimen insiste en amenazar a José Gabriel con una condena de entre tres y ochos años de privación de libertad, mientras espera la fecha del juicio en una prisión junto a presos comunes. Las autoridades no tardaron en señalar a José Gabriel como el líder de la protesta en Encrucijada y aprovecharon para encausar a uno de los intelectuales de mayor actividad cívica en la zonal central de Cuba. 

Pocos días después del encarcelamiento de José Gabriel, más de 200 personas, entre activistas, periodistas y otros solidarizados, firmaron una carta denunciando su detención por motivos políticos. De su caso, además, se han hecho eco organizaciones defensoras de los derechos humanos como Prisoners Defenders o Cubalex, considerándolo otro preso político de la dictadura cubana. 

A pesar de esto, y del estado crítico de la octagenaria madre, el régimen no muestra la más mínima empatía con el escritor. Antes parece ensañarse con cada denuncia, engrosando el expediente de abusos contra la ciudadanía.