Logo de Memoria Cívica, diseño de José Luis de Cárdenas

No se trata de una arqueología del pasado, ni de un revisionismo histórico con aires académicos. Algunos nos preguntamos si no sería más útil apostar por una memoria cívica. Al menos para los cubanos, nuestro extravío en el curso de la historia ha venido de la mano de nuestras irresponsabilidades cívicas, desde el momento en el que conquistamos una República en 1902, hasta el desastre revolucionario del ’59. Cumplidas más de seis décadas de experimento socialista, somos una nación atrasada, en la que apenas recordamos lo que es ser, con todas las letras, ciudadanos.

Resultaría provechoso que, ahora mismo, nos pusiéramos en la tarea de recordarlo. Una nación, incluso una como esta desmembrada por el autoritarismo y el éxodo, puede salvarse acudiendo a la memoria, pero no como remembranza pasiva de valores y errores pretéritos, sino como reacción puntual ante ese acervo que nos precede e interroga. En Memoria Cívica, el proyecto que nace justamente hoy, nos proponemos eso.

Una plataforma que reúne ediciones de libros, podcasts, artículos, videos, cursos, archivos y una biblioteca de autores cubanos, puede ser un buen comienzo para el propósito de una educación ciudadana que logre curarnos de ideología y nos permita pensar, opinar y participar en la construcción de la sociedad que queremos.

Teselar los fragmentos dispersos, y en muchos casos tergiversados, de nuestra civilidad, es ya un acto de civismo. En una Cuba en la que una parte significativa de la sociedad civil ha despertado a la protesta y se ha abierto, al fin, al mundo, son imprescindibles las reflexiones sobre el pasado y el presente, en aras de comenzar a cimentar el edificio de la nación futura.  

Incluso en un entorno hostil al ejercicio de las libertades ciudadanas como el que padecemos en la isla, se puede fomentar y sostener una actitud de civismo. Con ese propósito, pretendemos tomarles el pulso a las acciones cívicas que, cada año más numerosas —y en algunos casos más influyentes— acontecen dentro de la sociedad cubana. Al mismo tiempo, queremos dejar abiertas las puertas del pensamiento cívico, para que lo razonado no sufra de la estatuificación, ese vicio nuestro. Queremos escuchar, y actuar.

Sirvan al desarrollo de estas ideas los recursos que ofrecemos, a disposición de cualquier cubano que aspire a vivir en una Cuba justa y democrática. La memoria cívica nos pertenece a todos y en ese campo de batalla el régimen sigue ufanándose en su manipulación. Es hora de que actuemos.

Mario Ramírez

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