

Desvanecidos, ausentes, evaporados en la historia y la realidad. Esos son los casos que rescata en su más reciente libro, Los desaparecidos del castrismo (Alexandria Library, 2025), el académico cubanoamericano Daniel Pedreira. Más de 600 casos bajo la tiranía socialista hasta el día de hoy.
El investigador ha procedido valiéndose de diversas fuentes. Del testimonio en primera persona con familiares y amigos de los desaparecidos, la literatura sobre el presidio político o las guerrillas patriotas del Escambray, hasta importantes registros como los de la organización Archivo Cuba.
A Pedreira le tomó dos años investigar el tema de esos cientos de cuerpos de los que nunca más se supo.
Inició cuando miembros de la directiva del Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo (IMHCT) le hablaron del tema y mencionaron varios casos que conocían. Al investigar más a fondo, encontró un gran número; así, la mayor parte del libro la escribió entre el verano de 2024 y principios de 2025.
El autor resalta que entre 1980 y 2006, Naciones Unidas registró oficialmente 51 531 casos de desapariciones en 79 países. “Sin embargo, ninguno de esos casos está relacionado a Cuba. Esta discrepancia en la información y cómo se percibe la situación de los desaparecidos en Cuba merecen una nueva conversación al respecto que este libro busca fomentar”, puntualizó.
El escritor Pedro Corzo, prologuista, cree que el libro desmonta un mito importante. Que las dictaduras ideológicas no cometen crímenes extrajudiciales o practican la desaparición de quienes se oponen, “no porque sean más tolerantes que el despotismo uniformado, sino porque al controlar las instituciones del Estado tienen la capacidad de legitimar cualquier crimen por horrible que este haya sido”.
Pedreira, que imparte ciencias políticas en la Universidad Internacional de la Florida, meticulosamente ha completado una lista que crispa las emociones.
Recuerda el caso del ciudadano norteamericano Andrew de Graux Villafaña, que el régimen capturó en 1962 en una batalla contra fuerzas patriotas del Escambray, y que la policía política desapareció. Cuenta también de la fuerza de voluntad de Mary Louise, que hasta hoy sigue buscando los restos de su hermano.
Menciona el caso de los pastores del Bando Evangélico Gedeón Heliodoro Castillo Lemus y los hermanos Arturo Bernardo y Teobaldo Rangel Sosa, de quienes no se supo más en 1966, cuando viajaban de La Habana a Matanzas.
Además, incluye el caso de los tres jóvenes hermanos García-Marín Thompson, testigos de Jehová, desparecidos después de forzar la entrada a la embajada de El Vaticano en La Habana, buscando asilo político.
A pesar de estar desarmados, fueron acusados de asesinar al mayordomo de la misión diplomática, en la que irrumpieron tropas especiales del Ministerio del Interior para sacarlos, en diciembre de 1980.
Por ese supuesto asesinato, fueron fusilados en La Cabaña el 2 de enero de 1982.
La madre, Margarita Marín Thompson, fue condenada a 25 años de prisión por no delatar a sus hijos y, excarcelada con trastornos psicológicos, murió sin saber el lugar donde estos fueron enterrados.
El caso dio un giro grotesco años después, cuando el mayordomo presuntamente asesinado, Isidro Peñalver León, fue identificado como un oficial del Ministerio del Interior (MININT) infiltrado en la embajada, y descubierto con vida años después en un barrio periférico habanero.
La estructura del libro hace fácil su lectura. La obra está seccionada o subdividida en casos acontecidos en distintos períodos de las últimas siete décadas y también por razones temáticas, como las desapariciones de religiosos, en otros países, etc.
El volumen, patrocinado por el IMHCT, a cuya directiva pertenece Pedreira, es una pieza importante para reconstruir la memoria de la nación.
No hay modo de imaginar al futuro con claridad sin una idea de dónde pasamos como pueblo. La memoria no es lastre, sino un candil que debe estar en la popa de la nueva Cuba.