Fotografía de Juan Pablo Estrada

«Como un inmenso conjuro la ciudad clavaba su ataúd» 

José Lezama Lima, Oppiano Licario 

 

Cuando la noche mastica el apagón 

se nos vacían los ojos.

¿En dónde encontrar sentido?

La revolución es un ojo sin alas. 

 

Cuando la bandera hierve

después de lavar sus manchas

en el agua sucia de los calderos,

¿en dónde encontrar sentido? 

 

En esta suma nunca infusa de excepciones morfológicas, 

somos la página arrancada por el huracán, 

dios de los aborígenes y bufón de la Historia.

La revolución es un ojo sin alas. 

 

Pero resulta que la página había sido anegada

por las aguas que anticiparon el ciclón, 

como un diluvio en las alcantarillas de La Habana.

¿En dónde encontrar sentido? 

 

La obra, como un perro infernal, 

nos mordía la cola sexagenaria

y nosotros gritábamos, gritábamos con la garganta oscurecida.

La revolución es un ojo sin alas. 

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