Bravo y Correoso (imagen de archivo).


Es muy oportuno que conmemoremos el nacimiento de este delegado apenas tres días después de haber hablado sobre Eliseo Giberga y el Partido Liberal Autonomista. Fue Bravo y Correoso un ejemplo de la fluidez que había entre aquel partido y el separatismo. Militó en las filas del autonomismo mientras parecía ser la solución al estado de cosas existentes. Criticó duramente al régimen en la tribuna y en la prensa al amparo de las limitadas libertades otorgadas por España. Finalmente, radicalizado por el estancamiento de la situación, se unió a los separatistas.

No estamos ante una figura que atraiga los focos en los libros de historia, pero este delegado, de algún modo, consiguió estar en la Historia. Mencionemos apenas dos hechos llamativos de su biografía. Estuvo junto al cadáver de José Martí en su despedida de duelo en el Cementerio de Santiago. También fue el único constituyente de 1901 que fue luego delegado a la Asamblea Constituyente de 1940. Es decir, su firma aparece en ambos documentos y por la misma pluma. Pero esa historia la veremos en otra ocasión.

Nació Bravo y Correoso el 8 de octubre de 1863 en Santiago de Cuba. Desde muy pequeño experimentó los efectos de la violencia política. Su padre fue asesinado en una masacre conocida como el Crimen de San Juan de Wilson. En febrero de 1870 Buenaventura Bravo, padre del pequeño Antonio, fue detenido y llevado al ingenio San Juan de Wilson. Los perpetradores estaban liderados por un capitán de voluntarios, Carlos González Boet. Al parecer, el plan había sido trazado a finales de enero y consistía en apresar y fusilar figuras prominentes de la ciudad sospechosas de separatismo. Entre el 13 y el 15 fueron torturados y asesinados el padre de Bravo y Correoso y otros miembros de la masonería santiaguera. La Gran Logia de Cuba escogió en 1917 la fecha del 15 de febrero para declararla día de Duelo Nacional Masónico.

A pesar de la tensa situación familiar, el joven Bravo y Correoso completó los estudios hasta el bachillerato en su ciudad natal. Cuando marchó a La Habana para estudiar Derecho y Filosofía y Letras, ya la guerra había terminado. El patrimonio familiar había disminuido considerablemente a raíz de la guerra y la muerte del padre. Así que los estudios implicaron cierta dosis de sacrificio extra. A diferencia de otros jóvenes más solventes económicamente, Bravo y Correoso, tuvo que trabajar mientras estudiaba. Uno de estos trabajos fue en el Teatro Albisu y quizá de aquí naciera su amor por el teatro, que exploraremos cuando conmemoremos su muerte.

Con 19 años ya publicaba sustanciosos artículos de tema jurídico y a los 20 impartía conferencias públicas. En este ambiente se unió a las filas autonomistas y en 1886 regresó a su natal Santiago. En esa ciudad siguió llevando una vida pública activa. En la Sociedad Filarmónica Cubana pronunció un discurso en el que criticaba duramente al régimen colonial. A pesar de las protestas del integrismo, el grupo político partidario de la dominación española, el joven abogado pudo iniciarse como docente. En el Instituto de Segunda Enseñanza ocupó las cátedras de Psicología, Lógica y Ética y Retórica y Poética.

Fundó, para servir a la causa autonomista, el periódico La Solución y su bufete de abogado le garantizó una creciente prosperidad. Al cabo de los años, sin embargo, su deriva hacia el separatismo se hizo definitiva. Entró en contacto con José Martí y comenzó a colaborar en tareas conspirativas. Al estallar la guerra en 1895, permaneció en Santiago de Cuba y estuvo presente cuando el cadáver de Martí fue llevado a la ciudad. Junto al médico Joaquín Castillo Duany, se ofreció a identificar el cuerpo y asistió a su despedida de duelo. Castillo Duany se iría a la manigua el primero de julio de ese año. Allí alcanzaría el grado de General de Brigada. En noviembre estaremos conmemorando su muerte porque fue electo delegado a la Convención de 1901 aunque renunció por cuestiones de salud.

En cuanto a Bravo y Correoso, fue detenido por las autoridades en el mes de septiembre y deportado a España. Lo acompañaba, junto a otros prisioneros, el futuro delegado a la Convención de 1901, Eudaldo Tamayo. El político liberal español nacido en Cuba, Rafael María de Labra, influyó para que no fuera enviado al presidio en Ceuta. Tras unos pocos meses de presidio en Madrid, Bravo y Correoso pudo salir libre con la condición de permanecer en la ciudad. No esperó mucho para escapar a Italia, luego marchar a Francia y unos meses después dirigirse a Nueva York. En esa ciudad se convirtió en un colaborador cercano de Tomás Estrada Palma, lo cual influiría en su carrera política en la República.

Estrada Palma era el Delegado del Partido Revolucionario Cubano y en agosto de 1898 envió a Bravo y Correoso a Santiago de Cuba. El propósito del viaje era servir de enlace con las fuerzas estadounidenses y prestarles el auxilio que fuera necesario. El regreso a su ciudad le sirvió para comenzar a reconstruir la vida que la guerra había trastocado. La llegada de la paz y el inicio de la ocupación estadounidense abrió un período de reorganización de la política y la sociedad cubana.

En Santiago de Cuba, Bravo y Correoso se había convertido en una figura prominente de la política local. En el país comenzaban a organizarse los primeros partidos políticos. También en Santiago. Un grupo de santiagueros, sin embargo, sentía que la creación de un partido político podía romper la unidad del grupo separatista. Las rivalidades entre los diferentes partidos les parecía un fenómeno debilitador. Por eso un grupo de ellos, identificados como independientes, se reunieron en una convención para consolidar una fórmula de cara a las elecciones. Surgió así Concentración Patriótica, que decía no ser un partido, pero tenía toda la apariencia de serlo. Bravo y Correoso era fundador y miembro de su ejecutivo.

En alianza con el Partido Nacional Cubano, Concentración Patriótica postuló a Antonio Bravo y Correoso para ocupar un escaño en la Asamblea Constituyente. El 15 de septiembre de 1900, a tres días del quinto aniversario de su detención, fue electo junto a otros seis delegados por su provincia. A partir de aquí, el resto de su larga vida es un tema que trataremos el 2 de enero, fecha de su muerte en 1944. Sólo me queda añadir una cosas más. Bravo y Correoso es autor de una fuente muy importante para el estudio de la Constituyente de 1901. En 1928 publicó un ciclo de conferencias sobre el tema titulado: “Así se hizo la Constitución de Cuba”.

Se trata, sin duda, de una obra que Ediciones Memoria se preciaría de volver a publicar y poner a disposición del público. En lo que respecta a su autor, Antonio Bravo y Correoso, nos quedan unas cuantas historias interesantes que contar para el próximo dos de enero. Hablaremos del Teatro Oriente, de su formidable biblioteca y, por supuesto, de su paso por la Constituyente de 1940. Sigan con nosotros.


Fuentes consultadas:

Avheroff Purón, Mario. Los primeros partidos políticos. Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1971.

Rodríguez, Rolando. Cuba, las máscaras y las sombras. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2007.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *