Otro delegado que no representó en la Convención a su provincia natal, Santa Clara. Nació en Sancti Spíritus el 19 de noviembre de 1852, pero su participación en la Guerra del ´95 lo llevó a combatir en La Habana. Los vínculos que creó en ese período fueron definitorios para su vida posterior. No sólo fue electo a la Constituyente por esa provincia. Unos meses antes había sido elegido alcalde de la capital en las primeras elecciones municipales celebradas tras el fin de la dominación española.
Como muchos otros delegados de los que hemos hablado, Alejandro Rodríguez provenía de una familia acomodada. No tuvo, sin embargo, oportunidad de disfrutar durante mucho tiempo de los privilegios de la riqueza. Poco antes de cumplir los 16 años, estalló la Guerra Grande. Unos meses después, el adolescente Alejandro se alzaría con el grupo de patriotas villareños teniendo entre sus jefes a Honorato del Castillo.
Como terratenientes ganaderos, los Rodríguez y Velazco tenían la oportunidad de ofrecer a su hijo una educación esmerada. Estudió las primeras letras en su ciudad natal. Honorato del Castillo, antiguo discípulo de José de la Luz y Caballero y futuro delegado a la Constituyente de Guáimaro, fue uno de sus maestros.
La primera guerra
Participó a tan corta edad en numerosos combates y vio caer a algunos de sus jefes. En 1871, con sólo 19 años, ya había alcanzado el grado de capitán, pero muy pronto caería prisionero. Condenado a muerte, salvó la vida gracias a las gestiones e influencia de su familia que obtuvo cambiar la pena por el destierro perpetuo. Marchó a México y luego a los Estados Unidos donde estableció contacto con Gonzalo de Quesada, padre del futuro delegado a la Constituyente de 1900. En Estados Unidos trabajó con Quesada en la preparación de expediciones. La emigración, sin embargo, no estaba organizada de manera adecuada y el trabajo se hacía muy difícil. Las divisiones en la manigua se expresaban también en los conflictos entre diferentes grupos de emigrados. Alejandro Rodríguez no lograría regresar a Cuba antes del final de la guerra.
Estuvo involucrado, no obstante, en la organización de la que sería conocida como Guerra Chiquita. Este esfuerzo fue liderado por Calixto García que había pasado varios años en un presidio español y pretendía continuar donde El Zanjón había quedado. Acabó por fracasar, pero involucró a algunos jóvenes que se iniciaban en las labores conspirativas y destacarían en la próxima guerra. El más conocido: José Martí.
Exilio y conspiración
Alejandro Rodríguez frecuentaba los círculos revolucionarios de los exiliados en Nueva York, en los que coincidía con Martí. Era tenedor de libros de Néstor Ponce de León, cuya biblioteca era famosa por contener la mayor colección de literatura latinoamericana en la ciudad. En ella José Martí obtuvo la información necesaria para algunos artículos y discursos. Como Martí, Alejandro Rodríguez también se vio involucrado en otros planes de alzamiento fallido. Concretamente, en el llamado Plan Gómez-Maceo que de 1884 a 1886 intentaría iniciar sin éxito otra guerra en Cuba.
Como parte de los trabajos conspirativos, Alejandro Rodríguez marcharía al Camagüey. Lo haría con el pretexto de restablecer la hacienda ganadera de su suegro, destruida en el Guerra Grande. La familia de María Josefa Adán Betancourt, esposa de Rodríguez, era cercana a Máximo Gómez, que había mandado al Camagüey tras la muerte de Agramonte. Luego de fracasar el plan de alzamiento, Alejandro Rodríguez permanecería residiendo en Puerto Príncipe, pero manteniendo el contacto con la emigración.
Unos años después esos contactos volverían a activarse. Después de fundado el Partido Revolucionario Cubano, Rodríguez sería parte del grupo que intentaría organizar las actividades conspirativas en Camagüey. En agosto de 1893 y luego en octubre de 1894 viajaría a Nueva York para reunirse con Martí en representación de los camagüeyanos. En septiembre de 1894 se encontraría con Gómez en Montecristi. El mensaje era desesperanzador. La provincia no estaba lista para rebelarse. El “elemento acaudalado”, como diría Gómez en una carta, no estaba dispuesto a perderlo todo otra vez.
Martí estaba convencido de que Rodríguez y los suyos se equivocaban. Tenía informes que le aseguraban lo contrario. En realidad, la provincia permaneció en calma cuando el 24 de febrero de 1895 se produjo finalmente el alzamiento. Sólo la llegada de Gómez unos meses después provocaría poco a poco el levantamiento de los camagüeyanos. El 10 de junio Alejandro Rodríguez se alzaría frente a un grupo de hombres en su finca cercana a Florida. Al día siguiente se uniría a las fuerzas de Máximo Gómez que ya estaban en campaña alrededor de la ciudad de Puerto Príncipe.
La guerra definitiva
Fue nombrado jefe del Regimiento de Caballería Agramonte con el grado de teniente coronel y comenzó a operar en la zona occidental de la provincia. Apoyó al contingente invasor dirigido por Maceo a su paso por Camagüey y luego él mismo cruzó a su natal Sancti Spíritus. Ahí se encontró nuevamente con Gómez que lo ascendió a coronel en abril de 1896. En mayo lo puso al frente de la Brigada de Cienfuegos. En enero de 1897 nombró brigadier y le entregó el mando de la Segunda División del Quinto Cuerpo del Ejército Libertador. Eran las fuerza mambisas que operaban en La Habana.
La guerra en La Habana era especialmente dura. La política de reconcentración de Weyler hacía que cada día fuera de combate, a veces contra los españoles, a veces contra las penurias materiales. Las tropas andaban en harapos y apenas tenían para alimentarse. Rodríguez y su tropa resistirían las durísimas condiciones durante todo el año. El espirituano sería ascendido a general de División el 21 de diciembre.
La paz
La paz llegaría en agosto de 1898. Rodríguez sería sustituido al mando de la tropa por Mario García Menocal y pasaría a formar parte del Estado Mayor de Máximo Gómez. Se manifestaban así los crecientes conflictos entre Máximo Gómez y el Consejo de Gobierno que luego persistirían con la Asamblea de Representantes del Cerro. Menocal era favorecido por el Consejo de Gobierno. Rodríguez era, definitivamente, un hombre de Gómez. Junto a él entraría en La Habana el 24 de febrero de 1899. También, por supuesto, militaría en el grupo político más cercano al Generalísimo: el Partido Nacional Cubano. Integró la Comisión Consultiva creada por el antiguo General en Jefe para gestionar el licenciamiento del Ejército Libertador. En diciembre de 1899 sería nombrado subtesorero del gobierno militar de ocupación estadounidense.
La política
En este contexto se celebraron las elecciones municipales de 1900. El 1 de julio Alejandro Rodríguez tomaría posesión de la Alcaldía de La Habana. Sería el primer Alcalde de la ciudad electo tras el fin de la dominación española. Su elección era un éxito de su partido, pero también de Máximo Gómez. Dos meses y medio después, ganaría también las elecciones que le permitirían ser delegado a la Convención Constituyente.
Siendo un hombre favorecido por Gómez, sería también un hombre favorecido por Leonard Wood, el gobernador militar. Este lo pondría en abril de 1901 al frente de la Guardia Rural, única fuerza militar de la isla. Conservaría el mando durante el gobierno de Tomás Estrada Palma, el primer presidente de la República. Era el presidente bayamés otro favorecido por Gómez y Wood. A él tendría que unir su destino Alejandro Rodríguez, cuando una rebelión liberal intentara derrocarlo. Pero estos hechos escapan por ahora a nuestra mirada. De ellos hablaremos cuando conmemoremos su muerte ocurrida en La Habana el 27 de febrero de 1915.
Fuentes consultadas:
James Figarola, Joel. Cuba 1900-1928: La República dividida contra sí misma. Universidad de Oriente, [Santiago de Cuba], 1974.
Rodríguez, Rolando. Cuba, las máscaras y las sombras. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2007.