
Mantra tirano: los cristianos no deben meterse en política… a no ser la que alaba al Estado.
La idea totalitaria no es que los creyentes restrinjan la expresión de sus pensamientos para el bien común, a manera de prueba moral de su fidelidad para con Dios, sino que requiere que se metan sólo en la política conveniente al poder. Por eso las oraciones por el líder supremo son divulgadas, y visas religiosas, importaciones y permisos para eventos llueven a quienes alaban al régimen.
Y en la misma medida que es “beneficioso” para esas entidades abrazar al poder, para el poder es importante mantener una vitrina de entidades etiquetadas como “de fe” que atestigüe su respeto a la libertad de conciencia en el teatro internacional. De ahí que el Estado no sólo vea con buenos ojos, sino que abiertamente promueva la existencia de estas sumisas entidades[1].
Como el marxismo piensa la Cultura desde un punto de vista instrumental, es decir, en favor de la construcción del Socialismo, también así lo hace con distintos cultos.
La relación entre religión y libertad política en el totalitarismo está casi siempre conectada a la aplicación moral de la fe. Si, en principio, el pastor expone un supuesto teológico que no tenga implicaciones en la vida moral, el poder no lo detecta como problema. Pero, en cuanto se vislumbra una aplicación moral, comparando el mensaje del evangelio con la realidad que viven los feligreses y la ciudadanía en general, el rumbo lógico es notar injusticias.
Esto forma y educa a las personas en el discernimiento o el rechazo abierto al mal. Y, en ese momento, el Estado empieza a atacar los espacios y las personas involucradas.
El cristianismo tiene un código moral. Eso hace que su prédica tenga implicaciones sociales y políticas. Y al haber implicaciones en la fe, inmediatamente hay también consecuencias políticas.
Quitarle la fuerza moral al mensaje político sería absurdo y, al mismo tiempo, quitarle todo el peso político que tiene ese mensaje, también es imposible.
Así, desde los años 1960 el aparato publicitario castrista intentó seducir o descalificar a quienes resistían la corriente revolucionaria, conservadores entre ellos.
Los socialistas llamaban a los cristianos a dejar los templos y unirse a la Reforma Agraria, en la misma oración que exaltaban el cuidar enfermos y arropar al necesitado. Se buscaba equiparar las acciones del régimen con los valores judeocristianos, calcar una virtud imposible entre apoyar el avance revolucionario y cumplir los mandamientos divinos[2].
El totalitarismo sólo acepta un creyente sin carácter, sometido a la ideología de turno, y sin acceso al debate sobre el bien común. Intuyendo que la mayoría de los cristianos no se arrodillaba, el Estado intentó luego callar la visión eclesial, que reñía con la prédica revolucionaria.
Sería apenas el inicio de una escalada cultural que haría de los creyentes ciudadanos de segunda clase en una sociedad que adoraba más y más al ateísmo y sucedáneos como fuente de virtud.
Para hacer la revolución en un país eminentemente cristiano como Cuba, había que trucidar las instituciones que organizaban a los fieles. La Iglesia, como fuerza cultural, es la muralla más alta en la salvaguarda de una cosmovisión que respeta la Vida, la Libertad, la Propiedad y la Verdad.
Después de la represión, el segundo paso castrista fue potenciar una red religiosa afín: para validarse en la política internacional era importante aparentar coexistencia y, aún más, confort.
En la década de 1970 Fidel Castro, en una extensa gira por Chile tras el ascenso presidencial del marxista Salvador Allende, habló de las conexiones revolucionarios entre cristianos y comunistas. Intentaba capitalizar la fuerza movilizadora de la fe.
Con ese fin, en Cuba el aparato mediático promovió a seminaristas y pastores en trabajos voluntarios[3] dominicales e, incluso, una Confesión de Fe de la Iglesia Presbiterana Reformada en 1977: “la Iglesia vive gozosa en medio de la Revolución Socialista” porque “la Revolución inauguró concreta e históricamente una serie de valores en las relaciones humanas que posibilitan todo el desarrollo técnico-científico moderno para el servicio de la dignidad del ser humano”[4].
Tales alineamientos con la tiranía eran ejecutados por una minoría en la comunidad de fe. Una encuesta entre Presbiteranos, denominación liberal por excelencia, reveló que la mayoría de los fieles criticaba la dirección general de la sociedad cubana y los líderes de iglesias progresistas”[5].
A partir de estos y otros factores, el panorama protestante cubano sufrió fracturas considerables, que hoy permiten establecer cuatro grupos principales a razón de sus características doctrinales e interacción con el ambiente sociopolítico totalitario circundante.
Primero, tenemos a instituciones que abrazan el ecumenismo, inscritas en la isla antes de 1959, plegadas a la retórica y/o políticas castristas. Lo llamaremos Ecuménico pre-1959. No pertenecen a él la católica o las grandes protestantes, sino entidades como el Seminario Evangélico de Teología de Matanzas (SETM), cuya Cátedra de Género impulsa el “lenguaje inclusivo”, charlas sobre “masculinidades” y lee La Biblia desde la perspectiva de Género.
También integran este grupo, las iglesias Episcopal, Presbiteriana-Reformada y de Los Amigos “Cuáqueros”, que forman la Junta Directiva del SEM, y adoptan una teología liberal[6] y nociones como “justicia social” en su discurso, que los acerca al socialismo en lo político, ético y moral.
Otra en el grupo es la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana. Su Obispo en 2006, Ramón Miguel Benito Ebanks, escribió que las órdenes de Fidel Castro serían “cumplidas por el pleno de nuestra iglesia”. Deseaba que los siguiera “iluminando y fortaleciendo para defender al precio que sea necesario esta Revolución que es la continuidad del Proyecto Social que nuestro Señor Jesucristo nos legó a través de sus apóstoles y sus evangelios (…) Por Cuba, por la Revolución y por el Socialismo. Venceremos. En nombre de mi Iglesia y el mío propio hablo y de seguro estoy, seremos consecuentes con nuestras ideas de Patria o Muerte; Socialismo para la Vida”[7].
Quizá la más sonada entidad en ese grupo sea el CIC, nacido en 1941 para unir iglesias protestantes en la isla. Con la llegada del Socialismo, se trocó en ecuménico.
Protege al Estado de las Iglesias, no al revés, y castiga a instituciones religiosas que no comulgan con la dictadura excluyéndolas de donaciones internacionales de Biblias o medicamentos. Emite comunicados frecuentes en favor del régimen, sus políticas y líderes[8].
Durante el Examen Periódico Universal de Naciones Unidas, el Estado cubano eleva informes con voces como las del CIC, divinamente funcionales[9].
En interacción constante con el grupo Ecuménico pre-1959 está el segundo: instituciones paraestatales creadas o arropadas por el propio régimen con el fin de ofrecer la imagen de libertad religiosa, que funcionan como vitrina hacia el exterior, y como “regulador” del campo religioso a nivel interno, en tanto ofrecen versiones teológicas contra la mayoría conservadora.
La Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba (Fibac), una de ellas, surgió en los años 1980 tras la fractura que provocó un grupo de pastores izquierdistas dentro de la ACBCOcc. Llamó la atención su inmediata e insólita inscripción en el Registro de Asociaciones.
Para Fibac, liderada por el pastor Raúl Suárez Ramos, bajo el castrismo cientos de miles de creyentes viven y disfrutan cada día la libertad religiosa[10].
Asociado a la Fibac, el CMLK, es otro operador de propaganda que enlaza grupos progresistas estadunidense y del resto del mundo con el régimen bajo la fachada de ONG. Fundado en 1987, forma “educadores populares” a partir del método de Paulo Freire, quien creía que las escuelas debían convertirse en fábricas de activistas. Promueve formación bíblico-teológica con enfoques que deconstruyen fundamentos de la fe y produce materiales sobre Teología de la Liberación[11].
El CMLK canaliza de modo expedito donativos extranjeros hacia el sistema estatal o a entidades paraestatales como el CIC. Mientras, entidades humanitarias como la católica Cáritas Cuba sufren demoras con permisos y desembarques de envíos cada vez que recibe donaciones.
Otra organización similar es el Centro ecuménico Oscar Arnulfo Romero, que venera figuras como Ernesto Che Guevara, Raúl y Fidel Castro, quienes “con sus convicciones y actitudes, han guiado al pueblo cubano para construir una Patria libre y soberana”[12]. Además, ofrece talleres y charlas “con perspectiva de género”, al son de la acogida castrista en las leyes del siglo XXI.
El Movimiento Estudiantil Cristiano (MEC) es igual de claro en su fidelidad al sistema. Según sus estatutos acompaña “al pueblo cubano en la opción por el Socialismo y en todos los esfuerzos que hace por elevar su dignidad humana” y apoya a “aquellos pueblos que resisten la política neoliberal y los que, de una forma u otra, se esfuerzan por librar la batalla antimperialista”[13].
El MEC, que pulula en ambientes universitarios, dice ser de “explícita militancia cristiana”. Fundado en 1960 por “jóvenes que se dejaron convocar por el desafío de cultivar la espiritualidad cristiana en contextos de cambios”, subraya mantenerse “como un movimiento de espíritu profético, a la búsqueda de una encarnación efectiva en las alegrías y tristezas” del pueblo cubano.
En un Informe al Examen Periódico Universal sobre Cuba en las Naciones Unidas en 2012, el MEC aseguró que las entidades religiosas gozaban de libertad de asociación, reunión y acceso a espacios públicos. Auguró que el pueblo iba rumbo a “momentos de cada vez mayor plenitud, humanidad y justicia”. Nueve años luego Cuba era el país con más presos políticos del planeta.
Sintonizado al empuje castrista por la IG a inicios del siglo XXI, el activista LGBT y presidente del MEC, Jorge González Muñoz, fue un rostro recurrente en los medios a favor de la propuesta oficialista. “Inspirados e inspiradas en el testimonio liberador de Jesús de Nazaret y con el compromiso de construir el Reino de paz y justicia en la Tierra, reconocemos la necesidad de un nuevo Código de ´las familias´ que asegure el derecho de todas las personas a fundar una familia, con independencia de la orientación sexual e identidad de género de sus integrantes, así como la igualdad en el acceso y ejercicio de todos los derechos, sin discriminación”, dijo a la prensa oficial. “No queremos que nuestra fe se interponga a los derechos de nadie”[14].
El creyente sin carácter, sometido a la ideología de turno, es el único bueno para el totalitarismo.
La Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM) también, de 2018 a 2022, aplaudió los reajustes pro-IG en la legalidad revolucionaria. Elaine Saralegui, su líder (y exalumna del SETM) disfrutó copiosa cobertura del aparato propagandístico castrista y de medios independientes. Pudo fundar, además, la revista Q de Cuir, que se presentaba como independiente, pero sin el inconveniente acoso estatal que sufrían otros medios en esa categoría.
Durante ese período de aguda confrontación de ideas en la sociedad, Saralegui ofreció charlas públicas en instituciones estatales con títulos como “El asesinato de Jesús socialista y el ascenso del dios capitalista imperial”. Sus nexos con la hija de Raúl Castro, le permitían operar en el país, celebrar eventos y recibir visas religiosas, aún sin inscribir ICM en el Registro de Asociaciones.
En pocos años abrió varios lugares de culto para sus 100 miembros, a la vez que el régimen prohibía edificar templos para los 96 mil testigos de Jehová en Cuba.
El grupo LGTB exiliado New Generation denunció a Saralegui como represora de la comunidad[15].
El de las iglesias conservadoras es el tercer y más numeroso grupo.
Según estimaciones del Instituto Patmos en 2017, el 10 % de los cubanos era evangélico. La Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios), con 500 000 miembros; la Convención Bautista Oriental de Cuba, con 100 000; la Iglesia Metodista de Cuba, con 70 000; la ACBCOcc, con 60 000; la LEC y los Adventistas del Séptimo Día, ambas con 50 000; La Biblia Abierta, las Buenas Nuevas y los Bautistas Libres, con 30 000 cada una; y los Pinos Nuevos con 20 000, eran las denominaciones más extendidas[16].
Una característica fundamental de este tercer grupo es la poca o nula colaboración con la línea política del Estado. Algunas nunca fueron miembros del CIC, otras poco tiempo. Varias subrayan su carácter apolítico, no necesariamente como un rechazo a la participación en el destino nacional, sino como una suerte de protesta a la única política admitida en Cuba: la del Estado totalitario.
Una que enfrentan o, en la mayoría de los casos, optan por la no cooperación.
El 80 % de los evangélicos pertenecen a este grupo, que no tiene los mismos privilegios que los dos primeros, “porque quiere centrarse en el Evangelio y ser políticamente no alineado”[17].
El último grupo, el de las iglesias post 1959, también aliado en el MoCE, abarca instituciones conservadoras no inscritas en el Registro de Asociaciones. Es difícil conocer el número exacto de miembros de esos grupos, pero es correcto decir que son crecientes y deben superar los 10 mil. Entre los más nutridos cuenta la red de iglesias del Movimiento Apostólico, abiertamente opuesta al colectivismo, y otras que perdieron su registro legal con la Revolución, como la Bereana.
Esas instituciones, mayormente establecidas después de 1959, “enfrentan las condiciones más difíciles, y representan el 12%” de los protestantes cubanos, según el Christian Post[18].
Los dos grupos finales son de abrumadora mayoría evangélica, y lideraron las acciones que dieron forma al MoCE desde 2018. En ambos se revelaba lo que autores libertarios identifican como fortalezas entre cristianos: la frecuente colaboración y diálogo ecuménico, amén de diferencias doctrinales, y la relativamente fácil fundación de denominaciones, comparable a un mercado dinámico donde la creación y destrucción de entidades es habitual[19].
Ese dinamismo decae en sitios donde la iglesia se ha asociado al poder político, pues los estados se apropian de funciones tradicionalmente eclesiales, morales y litúrgicas como las uniones maritales o la educación en valores[20]. En Reino Unido, Noruega y Suecia, la Anglicana y Luterana siguen siendo iglesias estatales, pero con asistencia decreciente, aunque el Estado dispersa fondos de los contribuyentes entre ellas, a usarse en servicios sociales[21]. El patrón indica que ese apoyo directo estatal, en lugar de donaciones individuales de creyentes, las debilita.
Tanto más en el caso cubano. El aplauso al Estado de iglesias en los grupos uno y dos, aunque ha redundado en acceso a visas religiosas, medios y espacios públicos, no ha favorecido crecimiento.
La evidencia parece apuntar a que, en la medida que una organización religiosa se acerca a un poder ateo o pagano, parece desconectarse de su membresía y de su tradición y fidelidad doctrinal. En algún punto excusará al Estado con la Biblia y cesará la veeduría social a la luz de las Escrituras.
El antiestatismo al interior de las iglesias evangélicas cubanas es notable (aun cuando no se predique con énfasis a causa del régimen de terror), entendidas de que la libertad individual —el libre albedrío— emana de Dios, no del Estado. El Estado, muestra la práctica, las limita.
No es raro que en la segunda década del siglo XXI estalle un liderazgo antiestatista de los conservadores en la sociedad civil —como en el período que 2018-2022, con la impulsión del cronograma legislativo castrista que incluyó una Constitución, y un Códigos de “las familias”.
Se establecen, por cauce natural, conexiones notables entre un emergente relanzamiento en la cultura popular del liberal-libertarismo y las nuevas generaciones de conservadores. Estos últimos simpatizan y ven como aliados lógicos a los antiestatistas.
Hay una tradición sobre esto, en lo que va de siglo XXI cubano, por ejemplo, en las relaciones de amistad y trabajo entre el pensador liberal ateo José Gabriel Barrenechea y el pastor Mario Félix Lleonart; entre el músico punk Gorki Águila y el opositor de raíz católica Antonio Rodiles; entre el adolescente detrás del canal libertario Lunático Debates y el líder juvenil conservador Iván Daniel Calas (quienes compartieron un video provida en el canal Voz de Verdad); o las que desarrollé con el artista visual Luis Luisovich, agnóstico y libertario, al fundar la revista Atlántica.
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Pentón, M. J. (2018). Una nueva iglesia se expande en Cuba con el apoyo de Mariela Castro. El Nuevo Herald. ↑
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¡Eso sí es ser cristiano! (1960) Bohemia, Año 52. ↑
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Convocatorias estatales para trabajar, voluntariamente, los días de descanso laboral. Constituían, además, una suerte de demostración pública de adherencia y servicio a la revolución socialista desde lo comunal. ↑
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McAfee Brown, R (1979) Living joyfully in the Midst of the Revolution, Cuba Review, February, p. 10. ↑
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Kirk, J (1989) Ídem. ↑
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Tendiente a la izquierda, no confundir con la idea liberal-libertaria (vida, propiedad y libertad). ↑
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Mi Comandante, confieso ante Dios y los hombres que…. sus órdenes serán cumplidas (2006) Religión en Revolución. https://n9.cl/ijjrj
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CIC destaca apoyo histórico de Fidel Castro (2016) Cubadebate. https://n9.cl/fjgb4u
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Contribución individual del Seminario Evangélico de Teología de Matanzas sobre Cuba a Grupo de Trabajo del Consejo de Derechos Humanos sobre el Examen periódico universal (2017) Seminario Evangélico de Teología, Matanzas. file:///C:/Users/user/Downloads/SET_UPR30_CUB_S_Main.pdf ↑
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Declaración de la Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba acercade la Libertad Religiosa en el país (2020) https://n9.cl/sb4lz8 ↑
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Portales, Y (2020) “#HistoriasQueCuentan: Adiel González Maimó, un pastor Lgbti+”, Plataforma 11J. https://n9.cl/ln84gq
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Declaración del Centro Óscar Arnulfo Romero con motivo del informe sobre derechos humanos del Departamento de Estado (2021) Cubadebate. https://n9.cl/o1sy4 ↑
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No queremos que nuestra fe se interponga en los derechos de nadie (2022) Cubasí. https://n9.cl/l6frv ↑
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Más de 6 500 firmas apoyan petición para eliminar visado de EEUU a Mariela Castro (2020) Cubita Now. https://n9.cl/o27llj ↑
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Evangélicos en Cuba: controlados, reprimidos, pero aún multiplicados (2018) Christian Post. https://n9.cl/ax3o7 ↑
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“Evangélicos en Cuba: controlados, reprimidos, pero aún multiplicados” (2018) Ídem. ↑
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Anxo Bastos, M (2021) Algunas cuestiones disputadas del anarcocapitalismo: el anarquismo cristiano, Instituto Juan de Mariana. https://n9.cl/l1k2b ↑
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Grudem (2010) Política según La Biblia. Zondervan. https://n9.cl/8dasy ↑